miércoles, 23 de febrero de 2011

LA MÚSICA EN DIRECTO

Desde inicios del siglo pasado hemos asistido a una profunda transformación de cómo escuchar música. El hecho de grabar y comercializar la música permitió un acceso más universal a la creación de los músicos. Clásica, Jazz, Rock y un sinfín de estilos musicales han nacido y se han cobijado bajo los sistemas de grabación y difusión cada vez más perfeccionados. Cabría pensar entonces que la música en directo ha ido pasando poco a poco a un segundo plano gracias a las nuevas tecnologías ya que estas permiten consumir el producto sin desplazarse, en cualquier momento y en cualquier lugar. ¿Bienvenidos a la Música Virtual?.

No hay que negarlo. Internet existe; redes sociales portales de descargas, etc... Pero no es menos cierto que todavía el sonido de la música en directo produce una sensación todavía no lograda por la tecnología. Es muy probable que tanta facilidad de acceso a la música grabada provoque, por un lado, hartazgo y la necesidad de escucharla al natural.

En cuanto a los músicos, si antes grabar un disco era en muchos casos la síntesis de una carrera musical repleta de conciertos, ahora se ha convertido en una obligada tarjeta de presentación (las viejas “maquetas” ¡ya no valen!) para iniciarse en la industria musical.

Seguramente en el siglo XXI lo que ocurra es que los músicos reivindiquen de nuevo los conciertos en directo, vuelva a ser prioritaria la calidad musical en directo y que las grabaciones sean una mera referencia, descargable, copiable y duplicable que sirvan como publicidad.

Y es por lo que en todos mis conciertos hago ver -¡perdón!- oir la importancia del sonido directo y de que los músicos “están ahí” , “de verdad”.

Lo que pasa es que si por un lado los músicos vuelven a las viejas tradiciones del sonido directo, también habrá que explicar a los niños ciertas reglas, desconocidas por el uso de las nuevas tecnologías, par que puedan disfrutar de ello.


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