Desde hace ya tiempo vengo observando cómo las series de dibujos animados llegan a hacer más reconocibles algunos de los instrumentos que presento a los niños: el saxofón barítono de “los Simpsons” o el clarinete de “Calamardo, de Bob Esponja”. Por un lado está bien que en las series de dibujos animados aparezcan instrumentos musicales. A a veces sólo se quedan con el hecho de haber “visto” el clarinete de Calamardo, sin haberse dado cuenta de que han “oído” un clarinete en directo. Tampoco quiero ser negativo y prefiero tomar el lado positivo, es decir, el hecho de que un instrumento les resulte familiar porque lo han visto antes en la tele.
Lo que me parece alucinante es que los propios personajes de la serie se introduzcan en el decorado de un concierto absolutamente serio que conmemora el 1350 aniversario de la construcción de una iglesia visigoda.
Era un escenario al aire libre, frente a la iglesia, y no pude resistir la tentación de hacerme una foto para mostrar el grado de alienación total que la tele y demás artefactos producen en nuestras mentes..