Juegos que siempre se han
desarrollado en espacios abiertos y en las calles de las ciudades.
Canciones para saltar a la comba, para los corros, para “el burro”
y para tantos y tantos juegos que hoy van cayendo poco a poco en el
olvido.
Eran juegos con material
nulo o muy básico: palos, piedras, gomas, pelotas y poco más.
Las canciones tenían
letras un tanto surrealistas pero daba igual: su rítmica era
perfecta para el ritmo del juego.
En síntesis, eran
canciones de “exterior”, de “música y movimiento”.
Llega lo audiovisual y
nacen las sintonías de programas infantiles y las series de
dibujos animados con músicas muy concretas: desde la canción de
Heidi con letra en japonés que daba para muchas carcajadas, hasta la
de Amedio, el mono de Marco, pasando por la abeja Maya, D´Artacán, Mazinger Z, y un sinfín de músicas que ahora quieren rentabilizar las casas de discos, porque los niños
de ayer son los que aflojamos la pasta ahora.
No quiero olvidar a los
payasos de la tele (Gaby, Fofó, y Miliki) que supieron gestionar
magistralmente, como grandes músicos que eran, la música infantil.
Curiosamente esa música
trascendió lo meramente infantil y no había juerga adulta que se
preciara sin cantar alguna de ellas, una vez elevado el porcentaje
etílico en vena.
Hoy en día es muy
difícil hacer una definición de las canciones infantiles actuales.
Me consta que hay muchos
músicos que tratan de componerlas, con mejor o peor resultados.
Reconozcámoslo suenan ñoñas, aunque es verdad que algunas son
graciosas.
Por otra parte estamos
introduciendo a los niños cada vez más en la tecnología donde como
es natural lo multimedia impera. Sintonías de juegos infantiles,
sotofondos de menús, ráfagas musicales, series de dibujos animados que causan furor
(Bob Esponja) y cuya música pasa a formar parte del repertorio
infantil. “Cantajuegos” es un maravilloso ejemplo de cómo se
rentabilizan.
Sumemos a todo ello los
videojuegos que tienen músicas cada vez más atractivas y elaboradas
con orquestaciones muy bien tratadas y temas pegadizos (que vuestros
hijos canten el tema de Mario Bross, seguro que se lo saben).
Los juegos infantiles se
quedan en casa. Atrás quedó “¡¡mamá diez minutos más,
porfa!!”
No estoy criticando la
evolución. Simplemente la constato. Si queremos hacer la inmersión
tecnológica de nuestros hijos, que estudien con tablets y
ordenadores, tenemos que ser conscientes de que eso también influye
en la música que escuchan. La música infantil ha existido y
existirá pero sus patrones están cambiando.
¿Cómo tiene que
plantearse la música infantil?
¿Cómo habría que
definir la música infantil actual?
Son dos preguntas que
lanzo y que prometo estudiar.
¿Alguien me ayuda?