miércoles, 20 de noviembre de 2013

DÓNDE ESTÁN LOS MANDOS, MATARILE,RILE,RILE.....


Las canciones infantiles han sido la banda sonora de los juegos de niños.
Juegos que siempre se han desarrollado en espacios abiertos y en las calles de las ciudades. Canciones para saltar a la comba, para los corros, para “el burro” y para tantos y tantos juegos que hoy van cayendo poco a poco en el olvido.

Eran juegos con material nulo o muy básico: palos, piedras, gomas, pelotas y poco más.
Las canciones tenían letras un tanto surrealistas pero daba igual: su rítmica era perfecta para el ritmo del juego.

En síntesis, eran canciones de “exterior”, de “música y movimiento”.

Llega lo audiovisual y nacen las sintonías de programas infantiles  y las series de dibujos animados con músicas muy concretas: desde la canción de Heidi con letra en japonés que daba para muchas carcajadas, hasta la de Amedio, el mono de Marco, pasando por la abeja Maya, D´Artacán, Mazinger Z,  y un sinfín de músicas que ahora quieren rentabilizar las casas de discos, porque los niños de ayer son los que aflojamos la pasta ahora.

No quiero olvidar a los payasos de la tele (Gaby, Fofó, y Miliki) que supieron gestionar magistralmente, como grandes músicos que eran, la música infantil.
Curiosamente esa música trascendió lo meramente infantil y no había juerga adulta que se preciara sin cantar alguna de ellas, una vez elevado el porcentaje etílico en vena.

Hoy en día es muy difícil hacer una definición de las canciones infantiles actuales.

Me consta que hay muchos músicos que tratan de componerlas, con mejor o peor resultados. Reconozcámoslo suenan ñoñas, aunque es verdad que algunas son graciosas.

Por otra parte estamos introduciendo a los niños cada vez más en la tecnología donde como es natural lo multimedia impera. Sintonías de juegos infantiles, sotofondos de menús, ráfagas musicales, series de dibujos animados que causan furor (Bob Esponja) y cuya música pasa a formar parte del repertorio infantil. “Cantajuegos” es un maravilloso ejemplo de cómo se rentabilizan.

Sumemos a todo ello los videojuegos que tienen músicas cada vez más atractivas y elaboradas con orquestaciones muy bien tratadas y temas pegadizos (que vuestros hijos canten el tema de Mario Bross, seguro que se lo saben).

Los juegos infantiles se quedan en casa. Atrás quedó “¡¡mamá diez minutos más, porfa!!”

No estoy criticando la evolución. Simplemente la constato. Si queremos hacer la inmersión tecnológica de nuestros hijos, que estudien con tablets y ordenadores, tenemos que ser conscientes de que eso también influye en la música que escuchan. La música infantil ha existido y existirá pero sus patrones están cambiando.
¿Cómo tiene que plantearse la música infantil?
¿Cómo habría que definir la música infantil actual?

Son dos preguntas que lanzo y que prometo estudiar.

¿Alguien me ayuda?


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