Es obvio que somos ya “homo
tecnologicus”. Dentro de algunas generaciones habremos sufrido
incluso adaptaciones físicas al medio. Seremos quizás más
cabezones, con menos pelo, seguramente más altos y, eso sí con unos
pulgares hipertrofiados para manejar mejor lo táctil. Hoy en día se
nota ya esta última diferencia: los de mi generación (mediados un
poco más para acá del siglo XX) usamos los índices para todo lo
que conlleve el movimiento de pulsar. Las generaciones actuales usan
para ello el pulgar.
De lo que también me he dado cuenta es
que los de mi generación (vaaaale, 48 tacos) somos los ases de la
búsqueda en diccionarios, indices, glosarios, utilizando un grácil
movimiento de índice que en menos de un segundo es capaz de
humedecerse con la lengua y girar más de cinco, que digo, diez
páginas por segundo. En un palabra, somos capaces de manejar con
maestría,leer y entender un libro.
No obstante no hay que caer en a cita
fácil de “O tempora ,o mores” (no, no son los tiempos de los
moros, buscad la traducción en un diccionario...analógico, a ver si
sois capaces) hay que tender un puente amable, cariñoso entre las
dos eras digitales: la del movimiento de los dedos sobre el papel y
la del movimiento de los dedos sobre la pantalla.
En cuanto al oído, más de lo mismo.
Hoy en día la estética de los instrumentos tocados “a pelo”
resulta rara por no decir exótica. Lo más normal es ir por la calle
con dos medias naranjas a cada lado de la cara puenteadas por la
coronilla, que por cierto recuerdan a la estética de los cascos de
estudios de grabación de los años 70 (yo los conocí y los usé.
Algún día hablaré de ello).Todo se filtra a través lo multimedia.
Por no hablar de los smatphones colgando de un brazo y destilando por
sus altavoces frecuencias irreconocibles de lo que se supone es una
canción, para crear “ambiente” mientras uno pasea hablando con
un colega.
He aquí un simpático cuarteto capaz de tender puentes entre las más arraigadas tradiciones y las nuevas generaciones.