martes, 11 de diciembre de 2012

LA ESCUELA INFANTIL: UNA VENTANA AL MUNDO


Hace unos días ofrecí unas sesiones de música para alumnos de una escuela infantil en Madrid.
Ante todo quiero agradecer la cariñosa acogida de la dirección, educadoras y padres.
Fueron dos mañanas de descubrimiento de sonoridades y formas de instrumentos que los alumnos disfrutaron mucho.

Una vez terminada la actividad estuve haciendo balance y conversando con la directora de la escuela. Surgió entonces el tema del concepto que algunos padres tienen de las escuelas infantiles.
No es la primera escuela infantil a la que asisto y en todas en mayor o menor medida se plantea siempre esta cuestión. Y es por lo que me decido a ser en estas líneas el portavoz reivindicativo de las escuelas infantiles.

Escuelas Infantiles, por favor. No “guarderías”. En las escuelas infantiles los niños no sólo van a “estar”. También aprenden a “ser”. Son lugares de descubrimiento, de socialización, de contacto con un sinfín de experiencias concebidas y llevadas por personas cualificadas.
Las escuelas infantiles plantean importantes proyectos educativos donde, por supuesto también se incluyen hábitos de higiene y alimentación.

Los padres se sorprenderían al ver la cantidad de actividades que sus hijos realizan en una escuela infantil, cómo se portan- a veces de manera diferente a como lo hacen en casa- y cómo aprenden a convivir y a compartir. No olvidemos que la educación infantil es la antesala de la educación Primaria. Aunque parezca una obviedad, no lo es. Una buena educación infantil capacita al alumno para una exitosa y rápida integración en la siguiente etapa de su educación. Y eso se nota muchísimo.

Dicho esto, hay algunos padres que no solo desconocen todo lo que se mueve dentro de una escuela infantil sino que, además, cuestionan la capacidad intelectual de su hijo frente a actividades propuestas.
En lo que me toca, hablemos de música:
El niño, según algunos padres, tiene la presunción de “no enterarse” frente a una actividad musical con músicos en directo. Están profundamente equivocados. A estos padres tengo que decirles que la audición musical de un instrumento en directo deja huella, un “déjà vu” que años más tarde los niños experimentarán como una sensación especial cuando vuelvan a escuchar música en directo. En un artículo anterior a éste hay un enlace al programa de E. Punset “Redes” que trata de la música. Conviene echarle un vistazo.
No olviden, queridos padres, que sus hijos son personas con una enorme capacidad de aprendizaje, y que aprender no solo es leer, escribir , hacer cuentas y jugar al fútbol.

Mis inicios

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